El cuerpo humano ( y también el de los animales) está constituido por sistemas de información integrados, armónicos y autorregulables dentro de ciertos límites, donde también interviene el estado emocional supeditado a un patrón de aprendizaje en el que no se puede descartar a priori un motivo de satisfacción espiritual.
Un individuo COMPLETO y en el que todas sus partes constituyentes son plenamente satisfechas a través del ingreso de información de recambio saludable, teóricamente es poco probable que sufra de enfermedades. Pero eso es casi imposible en nuestra sociedad.
Todos los elementos existentes en la naturaleza tienen una carga o polaridad que les es propia. Cuando 2 o más elementos se unen se forma un conjunto bipolar. Ejemplo de esto es el agua con sus átomos constituyentes H ( hidrógeno (+)) y O (oxígeno (-)). La polaridad mantenida en equilibrio da origen a la vida en equilibrio. Los elementos y organismos vivos mantienen una polaridad dada por la sumatoria de sus átomos constituyentes. A su vez el equilibrio entre los órganos de un sistema deben mantenerse también en situación de equilibrio, debido a que la distorsión energética de alguno de ellos, alteran el sistema.
Es así como podemos inferir que el estado de salud de un organismo está dado por la mantención del equilibrio de la polaridad de sus sistemas constituyentes. Por otra parte esa polaridad está representada en términos de acidez o alcalinidad o pH, que constituye el equilibrio en iones hidrógeno de un sistema. La variabilidad permitida por la naturaleza humana no supera los 0,3 puntos de distorsión del ph considerado como neutro el de valor 7.
En todo estado de enfermedad se produce un desequilibrio iónico o de pH, que se traducirá en la formación de un elemento incompatible con la salud u homeostasis, al permitir la proliferación y mantención de patógenos (bacterias, hongos, virus), o facilitar la disfunción de órganos cuyas células se resienten con ese pH anómalo.
Las células degeneran porque en el seno de su protoplasma la dispersión coloidal de sus moléculas ha sufrido cambios; se han introducido “sustancias extrañas” motivo por el cual no se recambian y/o eliminan adecuadamente los compuestos químicos, sino que simplemente se produce una agresión a las estructuras moleculares que a veces traspasa el umbral de la tolerancia, característico para cada tipo celular.
Las mínimas alteraciones de las moléculas en su composición, en su continuo recambio, en su independencia y mutuo acoplamiento al fin vital trazado, explican muchos trastornos y la naturaleza de las enfermedades.
El aumento de la acidez en el órgano enfermo de cada persona, es la causa de su gravedad. Una acumulación ácida afecta al tejido celular genéticamente predispuesto a desarrollar la enfermedad, causando una acidemia o acidosis descompensada, y este desequilibrio afecta a la funcionalidad de los órganos productores y excretores de nuestro cuerpo, así como también deprime la médula ósea, dañando las defensas del sistema inmunitario.
Adquiere vital importancia en la mantención de un adecuado equilibrio iónico, LA ALIMENTACIÓN. Mediante un cuidadoso resguardo de la ingesta de sustancias potencialmente tóxicas, podemos controlar gran parte de las enfermedades que nos aquejan.